El niño y el adolescente en libertad vigilada: La búsqueda de su inserción social

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2002

La ciudadanización de niños que han ingresado a una zona de conflicto con la legislación penal vigente constituye una provocación teórica y practica para el trabajo social. Esta provocación se profundiza cuando de lo que se trata es de ciudadanización sin afecta la libertad ambulatoria. Allí está sentada parte de la preocupación del autor. Marcon centra la atención en conceptos propuestas para ocupar la laguna teórica y metodológica que, fundamentalmente, deteriora aún más los deberes ya vulnerados de niños de los que se presume (oh a si probado) han desarrollado conductas penalmente tipificadas. Al final, como anexo, el autor ofrece una experiencia, que sitúa empíricamente en planteo teórico formulado en el texto. Lejos de adherir a la idea de mera vigilancia o asistencia, el planteo busca superar los reduccionismos que tienden a hegemonizar el campo de la minoridad. Se esfuerza por superar tanto las cotas juridicistas como las reducciones psicologistas, biologistas o sociologistas. Tiende a situar en su justo punto, también, la tendencia a la sobre-responsablizacion del sujeto menor, a la que suele reducirse la cuestión, leyendo los problemas sociales en términos de patologías individuales y tratando a los individuos como entes puramente jurídicos, puramente psicológicos o puramente biológicos. El estudio aparece en un momento en que las herramientas destinadas a la rehabilitación de sujetos menores atraviesan por una profunda crisis que excede el marco meramente económico. Indudablemente, incluso cuando decisiones gubernamentales permiten asignar mayor presupuesto al campo de la minoridad, las herramientas probablemente continuaran siendo obsoletas. Las disciplinas tradicionales, con sus abordajes tradicionales, no dan respuestas eficientes. Y más anacrónicas todavía son las medidas meramente “disciplinadoras”. La disciplina en sentido tradicional viene asociada al “castigo”, y el castigo, a la capacidad de infligir daño. A los sujetos menores que transgreden la legislación penal en la Argentina y en Latinoamérica resulta difícil infligir castigos que sean vivenciados como tales, pues ya han sufrido los peores castigos en sus lugares de origen.